En hirvientes aguas de impotencia mi espíritu y mi cuerpo ya no dan más de sí. Después de mucho andar, de mucho sentir, he llegado a esta decadencia final, dentro de cuyo radio mi vida se agita y tiembla.
Debo vivir en las cuatro murallas de tu recuerdo... y hoy más que nunca, por que tengo una confesión que hacerte. Que te diré con palabras silenciosas, por que me duele...
No hay comentarios:
Publicar un comentario